martes, 12 de abril de 2011

La leyenda de los cinco soles (versión mexica)

Dicen que la fundación de la Tierra es tan antigua que ya antes habían existido cuatro soles o épocas. La era en la que vivimos es la del quinto sol. Los primeros cuatro soles estuvieron precedidos por el agua, la tierra, el fuego y el viento. El signo del primer sol fue Cuatro Agua, se le llamó Nahui-Océlotl, (Cuatro Ocelote o Jaguar). Este mundo lo habitaron gigantes que fueron devorados por los jaguares. Quetzalcóatl colocó por sol a la bella Chalchicuatlicue, la de la falda de jade, hermana de Tláloc, como él, diosa del agua; Tezcatlipoca hizo que lloviera fuerte, todo se inundó y la gente se convirtió en pez. El signo del segundo sol fue Cuatro Tierra, llamado Nahui-Ehécatl, en donde también vivieron los gigantes. Quetzalcóatl golpeó con un bastón a Tezcatlipoca y éste cayó al agua. Allí se transformó en tigre y se comió a los gigantes. Después Quetzalcóatl transformó a los sobrevivientes en monos. El signo del tercer sol fue Cuatro Lluvia. Se llamaba Sol de Lluvia de Fuego. Los dioses pusieron por sol a Tláloc; Quetzalcóatl hizo que del cielo lloviera lumbre, cenizas, chispas, brasas candentes que todo lo incendiaban; así que, los que en él vivían, se quemaron o se convirtieron en pájaros. El signo del cuarto sol fue Cuatro Viento, por eso era llamado Sol de Viento. En esta época Quetzalcóatl se hizo sol; sin embargo, el tigre Tezcatlipoca lo derribó de un zarpazo, y entonces se levantó un gran viento. Todo fue arrasado por él. Los hombres se volvieron monos nuevamente para que naciera el quinto sol, en el cual vivimos. Pero la tierra se había quedado cubierta en tinieblas, por esto los dioses se reunieron en Teotihuacan y hablaron entre sí: ¡Dioses, vengan acá! ¿Quién se hará cargo de que haya días y de que haya sol? Tecuciztécatl, el rico señor de los caracoles, ofreció arrojarse a una hoguera prendida por Huehuetéotl, el viejo dios del fuego. Cuatro veces lo intento, pero tuvo miedo de las flamas; entonces Nanahuatzin, el purulento, humilde por sus pobrezas, cerrando los ojos se arrojó valerosamente a la fogata y se consumió para convertirse en el sol de la quinta época. Tecuciztécatl, viendo el ejemplo de su hermano, valeroso se lanzó al sacrificio, aunque por la tardanza y la cobardía sólo se transformó en la luna. Los dioses esperaron el resultado del sacrificio. Quetzalcóatl fue quien vio cómo el sol fulgurante, reaparecía por el este; poco después salió la luna, pero para evitar que iluminara junto a aquel, uno de los dioses le arrojó a la cara un conejo, cuya silueta aún conserva, mandándola del día a la noche. Así nació el sol de nuestra era. El signo del quinto sol fue Cuatro Movimiento, llamado Sol de Movimiento o Nahui-Ollin, porque se mueve y sigue su camino. Los viejos decían que en él habría movimientos de tierra, hambre y muerte. Fotografia, Piramidel del Sol, tomada en Teotihuacan, en abril de 2011

lunes, 14 de marzo de 2011

Santa Cecilia Acatitlan

En una entrada anterior escribi de la visita que hice a esta hermosa zona arqueológica ahora doy una breve historia de está.

El sitio de Santa Cecilia estuvo ligado a Tenayuca y posteriormente quedó bajo el dominio de Tenochtitlan como uno más de los centros periféricos de la urbe mexica. Al explorarse el edificio principal se decidió consolidar y restaurar las primeras etapas, para mostrar la arquitectura de la época y la monumentalidad del basamento. Las características arquitectónicas son iguales a las de Tenayuca: cuerpos escalonados con escalinata de acceso hacia el poniente con doble alfarda. Se puede observar en este sitio uno de los mejores ejemplos de edificios religiosos del Posclásico Tardío.
De acuerdo con los vestigios encontrados, en diferentes lugares aledaños, se supone una amplia ocupación, pero cuya parte más importante es la pirámide como centro ceremonial.

Los primeros reportes de los vestigios se dieron en 1923-1924, pero no fue sino hasta 1961 que, a través de la Dirección de Arqueología se localizó un montículo de piedra y tierra con características semejantes a las de otros centros ceremoniales sujetos a Tenochtitlan.

De la pirámide de Santa Cecilia Acatitlan. Actualmente sobrevive un único basamento cuadrangular que, posiblemente, fue una de las principales estructuras del sitio. Está formada por una amplia escalinata con templo en su parte superior. Se piensa que, al igual que en Tenayuca, estaba dedicada al culto de Huitzilopochtli y Tláloc. Se estima que el método de construcción fue el típico de estructuras sucesivas, una encima de otra, y se han detectado por lo menos ocho épocas sucesivas. La pirámide que se aprecia hoy en día es una de las estructuras interiores bastante bien conservadas. Las estructuras exteriores fueron retiradas y muchas de sus piedras usadas para construir la iglesia que se encuentra a un lado y que data de finales del siglo XVI. En 1962, el arquitecto y arqueólogo Eduardo Pareyón Moreno reconstruyó y consolidó el basamento piramidal y reconstruyó el templo que lo corona. El Instituto Nacional de Antropología e Historia consideró que debido a la pobreza del material localizado, habría de ser muy conveniente realizar una reconstrucción total del basamento y de como pudo haber sido un teocalli en su época de esplendor indígena.

Foto tomada en el mismo sitio arqueologico.

domingo, 20 de febrero de 2011

TENAYUCA


Este centro fue una metrópoli autónoma que se ubicaba en tierra firme, cerca del los lagos del altiplano mexicano. Según los relatos, aquí se asentaron grupos acolhuas -conocidos como chichimecas- que procedían del norte, allende los límites de Mesoamérica.

Luego de una ardua jornada de decenas de años, estos grupos se establecieron en Tenayuca hacia el año 1224 dC, acaudillados por Xólotl. El término Tenayuca significa en náhuatl "Lugar amurallado". Durante varios años el sitio fue centro político-religioso; sin embargo, años más tarde el rey Quinatzin trasladó los poderes a Texcoco, con lo que desplazó a Tenayuca como principal centro acolhua de la época.


En esta antigua urbe acolhua se erigió el llamado Gran Templo, cuya concepción religiosa y arquitectónica sirvió como modelo para la construcción del Templo Mayor de Tenochtitlan.

El Gran Templo tuvo ocho etapas de construcción, pero desde la primera ya se observa el basamento piramidal con doble escalera -ornamentada con jeroglíficos- que conducía a los templos gemelos ubicados en la cumbre. No obstante, en nueva etapa de construcción se mantenía el mismo esquema arquitectónico, lo que hace evidente que se mantuvo el pensamiento religioso de dos divinidades de igual rango, de la misma manera que en el Templo Mayor.

Lo más sobresaliente de la pirámide de Tenayuca son las hileras de cientos de serpientes que adornan la construcción; en la base de la misma los cuerpos de reptiles se tocan uno con otro, mientras que las cabezas de piedra sobresalen de la plataforma y conforman una especie de muro bajo. Las esculturaas de la plataforma sur y en la mitad oriental están pintadas de azul, mientras que las del lado norte están decoradas con óvalos blancos. Se cree que esta peculiaridad se debe a un simbolismo de tipo astronómico ligado al culto solar. Asimismo, se piensa que en este lugar los astrónomos registraban los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de verano e invierno.

Al frente de la pirámide se encuentra un altar sepulcro donde se pueden observar varias esculturas en forma de cráneo talladas en piedra. Este lugar tiene características similares a las del Templo Mayor de la Ciudad de México y la de Tlatelolco.

Fotografias tomadas en zona arqueologica de Tenayuca.

sábado, 1 de enero de 2011

AÑO NUEVO PREHISPANICO


Los Mexicas lo hacían en honor del Dios del Fuego, Xiuhtecuhtli, quien era el encargado de la regeneración del mundo, mientras que los Mayas efectuaban una gran fiesta durante el mes Pop, que era hacia Julio

A pesar de la geografía, resulta interesante reconocer cómo los ritos para dar la bienvenida a un año se repiten en diferentes culturas e, incluso, trascienden el tiempo. De manera particular, entre las culturas mexica y maya, las festividades al igual que hoy en día comprendían la preparación de platillos especiales, ritos corporales, limpieza del hogar, bailes ceremoniales y, en general, el desecho de lo viejo.

Estas celebraciones están relacionadas con los astros: el sol, la luna, o ambos. Y en el mundo mesoamericano, aunque las distintas civilizaciones se regían por un calendario conformado por 18 meses de 20 días, más 5 sobrantes (mes corto), iniciaban el año en fechas distintas, lo mismo en el Altiplano que en el sur de lo que actualmente es México.

La doctora Yólotl González Torres, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comentó que hasta donde se sabe, para los mexicas el calendario daba inicio en el mes de febrero, lo cual realmente no tiene relación con ningún acontecimiento astral de importancia.

“De acuerdo con el calendario mesoamericano, el mes de 20 días que precedía a los Nemontemi (mes corto o cinco días aciagos) marcaba el fin de año entre los mexicas, dicho mes, era conocido como Izcalli, coincidente con el mes de enero.

La fiesta se realizaba en honor del Dios del Fuego, Xiuhtecuhtli, quien era el encargado de la regeneración del mundo. De esa manera, alrededor del elemento se llevaban a cabo una serie de actos solemnes, mismos que se hacían más grandes hasta derivar en la gran ceremonia del Fuego Nuevo, que tenía lugar en el Cerro de la Estrella cada 52 años.

“Con el Fuego Nuevo se apagaban todas las luces de México -Tenochtitlan y entonces esperaban la culminación de las ‘Pléyades’ o ‘Siete cabrillas’ en el cenit, señal de que nacería un nuevo sol. Cada año debió ser una especie de reminiscencia de este hecho”.

Adscrita a la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS), la especialista explicó que cada año con pequeños maderos se elaboraba una estatua de Xiuhtecuhtli, la cual era adornada con una máscara de mosaico y arte plumario. Lo que se conoce gracias a las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún.

“Jóvenes de distintos barrios o calpullis, iban de caza y entregaban lo obtenido —principalmente sabandijas y animales pequeños— a los sacerdotes, quienes a su vez ofrendaban al fuego. También se repartía un tipo especial de tamal y además, a final de año, interpretaban un baile como en casi todos los meses”.

Otro dato curioso es que solía “estirarse” a los niños con la idea de que llegarían a ser adultos grandes y fuertes. Asimismo se les practicaba una ceremonia de oradación (perforación de las orejas), y les daban de beber pulque en unas tazas pequeñas, era como una especie de bautizo pues contaban con “padrinos”.

Para el caso maya, los datos son todavía más escasos. No obstante las referencias de Fray Diego de Landa en su Relación de las cosas de Yucatán hacen considerar que ellos sí celebraban de manera particular el Año Nuevo.

González Torres, coordinadora del ciclo de conferencias El Hombre y lo Sagrado de las DEAS, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, precisó que entre los mayas durante el primer mes llamado Pop (hacia el mes de julio) se celebraba una gran fiesta.

“Adoraban a todos sus ídolos y renovaban todas las cosas que tenían para su servicio: vasijas, bancas, ropa, barrían las casas y todo lo viejo lo tiraban a la basura. La costumbre de barrer es muy extendida entre los pueblos, ya que entraña la renovación, pensar que para el año siguiente todo será bonito.

“El ayuno era una tradición que antecedía las festividades, además de la abstinencia sexual y la reserva de algunos alimentos, o la condimentación con sal. Las mujeres quedaban excluidas de lo anterior, lo que continúa en la actualidad entre algunas poblaciones mayas. Esto puede recordar a más de uno la celebración del Ramadán entre los musulmanes, dado que son costumbres un poco similares.

La experta concluyó que los chaac o sacerdotes quemaban incienso ante los altares, y en el Año Nuevo todos se juntaban en el patio del templo (excepto las mujeres) y tenían un baile y banquete especial.