Hay
días que el sol no alumbra, la lluvia no moja, la noche no tranquiliza,
la saliva se vuelve solida y se atora en la garganta, días que uno nunca
pensó vivir, en donde el dolor lo pone a uno en una nube muy cercana al
suelo; pero nube al fin, días en que la actividad diaria parece que
despeja la mente pero no hace más que ponerle una mascara pues el
recuerdo es perenne e intenso alimentado de detalles, colores, formas,
sonidos, en donde cuesta trabajo y sin embargo se sabe que hay que
buscar un lugar en el corazón.